Existen prejuicios todavía muy arraigados en nuestras culturas latinoamericanas.
- Los viejos no son capaces de aprender.
- Los viejos no se adaptan al cambio.
- Pobreza y vejez van juntas.
- Los viejos se vuelven niños.
- La sexualidad es cosa de jóvenes.
- Los viejos son de mal genio.
- Vejez es sinónimo de sabiduría.
- Vejez es sinónimo de enfermedad.
- La persona mayor no tiene futuro.
La imagen social influye de manera decisiva en distintos planos de la vida de los mayores: desde la oferta de políticas públicas a su favor y la valorización de su aporte a la sociedad, su inclusión en los medios de comunicación, en el consumo y en la educación, desde una visión positiva. O los estereotipos negativos que presentan a los ancianos como personas débiles, enfermas o incapaces de adaptarse a los cambios, planteando el envejecimiento como un nuevo problema social. El escaso, y distorsionado conocimiento del tema del envejecimiento y la vejez por parte de los gestores de políticas públicas, junto a la desinformación y proliferación de estereotipos al respecto, influye también de forma decisiva en la elaboración de planes, programas y normas que no se ajustan a las necesidades reales de las personas mayores.
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